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La Casa Real (interior) Autor: Propia |
La construyen varios palacios superpuestos, con una serie de patios y edificaciones en torno a ellos, que nacieron por necesidades transitorias u ornamentales. Desde el siglo XVI estos alcázares nasríes son llamados Casa Real Vieja, para distinguirlos de las construcciones cristianas: Casa Real Nueva.
La Alhambra contiene los tres departamentos usuales en un palacio musulmán: el Mexuar o Cuarto Dorado, sala de audiencias destinada al público y a la administración de justicia; el Cuarto de Comares, que muchos denominan Serrallo, residencia del rey o emir, y el Cuarto de los Leones, identificado como Harén, morada familiar e íntima de los monarcas. Estas tres dependencias se completan con otras de elevado interés.
MEXUAR
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Mexuar Autor: Propia |
Una modesta calleja, una cancela, un patinillo. En el fondo, la portada del Mexuar, dependencia del palacio donde el emir, directamente o por medio de su cadí, administraba pública justicia dos días a la semana. Al entrar, la primera impresión es de desconcierto, al ver que, con los arabescos, alternan motivos cristianos: un coro de capilla, unos barandales, escudos imperiales y armas nobiliarias...
Ninguna otra sala de la Alhambra ha sufrido más modificaciones y reformas. En el centro de la sala, las cuatro columnas de mármol no sostienen ahora la cúpula primitiva, acaso cuerpo de balcones, que ha desaparecido. Obsérvese la bella decoración en estuco de las paredes.
Por los ventanales de la izquierda se ve el Jardín de Machuca, galería o pórtico de arcos festoneados, con un jardín de traza geométrica y una graciosa alberca en el centro. Esta era la primitiva entrada para los que venían del barrio de la Almanzora y del Albaicín, a través de los puentes del río Darro. Al fondo de la sala del Mexuar, un oratorio o pequeña mezquita, de carácter privado, se asoma al valle del río. Su decoración, restaurada, es muy abundante. Su mirab señala al oriente, a donde han de mirar los que oran. Lleva esta significativa inscripción: "No seas de los negligentes. Ven a orar".
Por el fondo de la sala se psa al patio del Mexuar, con columnas de extraños capiteles. Detrás del pórtico se encuentra el Cuarto Dorado, hoy completamente rehecho. El patio es pequeño y se ve clara su función de medianería y de acceso. En el centro, una taza de mármol, réplica del original que está en el jardín de Daraxa. Y enfrente, la fachada del Cuarto de Comares.
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Jardín de Machuca Autor: Propia |
CUARTO DE COMARES
Era la residencia oficial del emir. Su espléndida fachada es de riqueza decorativa extraordinaria y una composición admirable. Sis dos puertas, de simétrica geometría, tienen marcos de alicatados (o azulejos), y sobre cada una de ellas, unas ventanitas dobles, tableros y frisos con gran riqueza ornamental. Y cubriendo la fachada, un gran alero, volado y de madera labrada, con una inscripción que empieza: "Mi posición es la de la corona, y mi puerta es una bifurcación de caminos. El Oriente envidia al Occidente por mi causa...".
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Cuarto de Comares Autor: Propia |
Por la puerta de la izquierda, a través de un pasadizo en recodo, se entra en el patio de los Arrayanes, llamado también de la Alberca. Este impresionante patio, de planta rectangular, de la más pura línea de la arquitectura árabe, mide 37 metros de largo por cerca de 24 de ancho, y la alberca sirve de espejo donde se reflejan los pórticos y la torre de Comares. Paralelas al estanque hay dos hileras de mirto, o arrayán (de ahí el nombre). El pórtico sur, contiguo al palacio de Carlos V, está constituido por siete arcos de medio punto.
Desde allí, la torre almenada, el estanque y el pórtico opuesto, forman una conjunción cromática y sensorial que hace de todos sus elementos el triunfo del equilibrio y el albergue de la apacibilidad. "Lo demás es silencio. No hay palabras para definir este asylum pacis, el más perfecto y el más puro de todos los que he buscado y hallado". (C. Mauclair).
El pórtico norte tiene asimismo siete arcos sobre columnas con estilizados capiteles de mocárabes (estalactitas). Y en los muros, piadosas oraciones e inscripciones poéticas. Las letras de adorno en la escritura árabe de las inscripciones son, por si mismas, una decoración y un ornato. Blancas letras cursivas o cúficas que son versículos del Corán, sentencias piadosas o poemas, realizadas sobre fondos más oscuros o sobre zócalos de azulejos.
El arco apuntado, en el centro, con enjutas sobre motivos vegetales y coronado por ventanitas con celosías de yeso, da entrada a la sla de la Barca, la cual debe su nombre, o bien a la cubierta de madera, como quilla de barco, o mejor, a la palabra árabe baraka (salutación, bendición) que aparece con profusión en la epigrafía de los muros. En las jambas del arco de entrada hay unos nichos de fino mármol, revestidos por dentro de cerámica, que se destinaban para vasijas con flores o para luces de iluminación. El motivo ornamental constante en las yeserías de los muros es el escudo de los nasríes, con el lema "Sólo Dios es vencedor". Parece claro el destino de esta sala como antecámara del contiguo Salón de Embajadores, que ocupa el interior de la torre de Comares.
La torre mide 45 metros de altura y todo es obra maestra de Yusuf I. El nombre procede de la voz qamaryya (comarías) que son las vidrieras de colores que existían en las nueve alcobas o balcones del salón. Nos imaginamos el solio real en el balcón o hueco del centro, frente por frente del patio de los Arrayanes. En el majestuoso salón, la cúpula es obra maestra de la carpintería musulmana, en oscura madera de cedro; el gran friso de mocárabes y los arabescos de los muros alcanzan prodigios de estilización.
En este salín se jugaron los destinos de Granada cuando Boabdil y su gran consejo decidieron rendirse a los Reyes Católicos.
CUARTO DE LOS LEONES
Esta tercera dependencia del palacio alhambreño tiene, como las dos anteriores, un patio central rodeado de edificaciones. Es obre de Muhammad V y supone las más bellas posibilidades del arte granadí. En su conjunto se oberva aquí un sutil aire de feminidad y delicadeza, en consonancia con el destino de estos apartamentos, donde la vida privada y familiar transcurría plácida y hogareña.
El patio de los Leones se caracteriza por su profunda originalidad, y en él, Oriente y Occidente se funden armoniosos. Ha sido comparado a un bosque de 124 palmeras, la mayor parte con columnas geminadas, en torno al oasis de la fuente central con sus doce leones. Pero los gráciles templetes de triple arquería nos hacen pensar, más bien, en el claustro de un monasterio medieval. Es el triunfo del ritmo y la simetría.
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Patio de los Leones Autor: Propia |
La fuente es un dodecágono de mármol que descansa sobre los lomos de los leones. El agua, tan esencial como elemento decorativo, adquiere aquí una importancia excepcional. El líquido asciende y se derrama desde la taza (que ha sido comparada con el "mar de bronce" del templo de Salomón) a la boca de los leones, desde donde se distribuye por todo el patio. Una bella qasida de Ibn Zamrak recorre los bordes de la pila.
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Sala de los Mocárabes Autor: Propia |
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Sala de Abencerrajes Autor: Propia |
Cuatro grandes aposentos bordean el patio. El primero, entrando desde el patio de los Arrayanes, es la sala de los Mocárabes, cuyo nombre acaso proceda de los tres arcos de mocárabes que dan entrada al patio de los Leones. Parte de la techumbre se puso en el siglo XVIII, y hoy resulta, salvados los muros primitivos, un epgote y una incongruencia. Al sur se halla la sala de Abencerrajes, famosa por la leyenda. Su puerta, con decoración de lazo, es la original. La luz penetra en la sala a través de dieciséis graciosas ventanitas caladas, abiertas en la bellísima cúpula estrellada. La luz es suave y vertical. La sala, cuadrada, tiene dos alcobas a uno y otro lado. En el centro la famosa pila donde, según la tradición, fueron degollados los caballeros del ilustre linaje de los Abencerrajes. Alguien, con la fuerza poderosa de la credulidad, pretende convencernos de que aún se conservan las manchas de sangre.
Al este del patio se encuentra la sala de los Reyes, llamada también de la Justicia; curiosa y extraña, semeja una escenografía teatral, dividida en tres secciones que corresponden a tres bellos pórticos, separadas por arcos dobles de mocárabes, a base de rombos calados. El nombre de la sala procede de la pintura que hay en la bóveda o hueco central, que representa, al parecer, a diez reyes nasríes.
Estas pinturas, así como las de la otras dos alcobas contiguas han sido realizadas con arreglo a una técnica miniada de iluminación. Representan escenas fantásticas y convencionales.
Muy discutidas y estudiadas por los expertos, es evidente la influencia cristiana en este rincón del alcázar árabe.
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Sala de las Dos Hermanas Autor: Propia |
Al norte del patio de los Leones está la sala de las Dos Hermanas, cuyo nombre se debe a las dos grandes losas de mármol del pavimento, que ciñen pila y surtidor del centro. Admirable es la cúpula de mocárabes y el cuerpo de luces de esta sala: riqueza, luminosidad, encanto. La decoración es a base de alicatados (zócalos de cerámica) y de atauriques. Una qasida de Ibn Zamrak, el poeta que ilustró los muros de la Alhambra, recorre en toda su extensión el zócalo de azulejos.
La sala contigua es la de los Ajimeces, con dos balcones con vistas al jardín de Daraxa.
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Mirador de Daraxa Autor: Propia |
Entre ambos balcones se halla el Mirador de Daraxa, tocador y alcoba de la sultana. Es una estancia deliciosa en esta dependencia recoleta del palacio, a manera de ventana o mirador (la voz popular dice Lindaraja, deformación de Daraxa, que significa "casa de la sultana"). "Y manda el corcel de su mirada hacie ese paisaje donde juguetea la brisa", dice una inscripción; pues antaño, antes de construirse las habitaciones que hay enfrente, después de la reconquista, desde aquí se veían las perspectivas de Albaicón y de las montañas vecinas.
Extraordinario es el zócalo de azulejos, acaso el más complejo, rítmico y sutil de toda la Alhambra, y desde luego el de piezas más diminutas. Las ventanas son bajas porque así lo requiere la costumbre musulmana de reclinarse en el suelo sobre cojines y otomanas.
A través de una sala desnuda, contigua a la de Dos Hermanas, se pasa a otras dependencias del palacio. Una serie de habitaciones desmanteladas (Habitaciones del Emperador) están situadas sobre el jardín de Daraxa.
Tres de ellas fueron ocupadas por Washington Irving, y en ellas escribió sus leyendas de la Alhambra. La sala da acceso al Peinador de la Reina, llamado también el tocador. Una galería abierta y una airosa torrecilla, otrora destinada para residencia de la emperatriz Isabel, y más tarde de Isabel de Parma, esposa de Felipe V. Es un mirador que descubre panoramas de excepción. Unas pinturas al fresco, restauradas, nos decriben aspectos varios de la expedición de Carlos V a la Goleta.
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Patio de los Cipreses Autor: Propia |
Pasando por el patio de los Cipreses, extraño y original, se penetra en los Baños Reales. Sabida es la importancia que adquiere el baño entre los musulmanes, y el carácter ceremonial y hasta sagrado que tiene.
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Baños Reales Autor: todocoleccion.net |
Estos de la Alhambra son muy complejos y responden en su estructura al baño romano. La primero sala a la que llegamos es la del reposo o de las Camas, lugar de descanso y final de un baño que se iniciara en los otros departamentos: en la sala de inmersión, con pilas de mármol para agua fría y caliente y perfumadas, para seguir en la soala de exudación (el conocido baño turco) y terminar en la del reposo.
Esta última sala, restaurada, es encantadora, con sus cuatro columnas de mármol y sus alicatados y los tres arcos gemelos de los lados. El piso superior tiene cuatro galerias desde donde, según la fantasía popular, los musicos ciegos interpretaban sensuales melodías...
Junto a los Baños está el jardín de Daraxa, o Lindajara; jardín, no musulmán, sino cristian, de aspecto romántico. Una fuente árabe, original, lleva inscrito en su borde un poema de exaltación. A un lado de este jardín están los subterráneos y la sala de los secretos, encanto de chiquillos e ingenuos, por sus peculiares características de resonancia.