miércoles, 30 de noviembre de 2011

EL GENERALIFE

Patio de la Acequia              Autor: Propia
"Generalife, huerta que par no tenía", dice el famoso romance de frontera. Y alguien lo llamó "la más noble y subida de todas las huertas". La Alhambra se complementa con el Generalife, un conjunto de jardines y edificios blancos, recostados y como colgados en la ladera vecina de los palacios. Antaño hubo allí una almunia (huerta) real, acomodada como casa de recreo de los emires nasríes.
Naturaleza domesticada de indefini´ble encanto, el Generalife es una mezcla de huerta, de geométricos y perfilados jardines y de miradores y galerías. Huerta que inspiraría a Manuel de Falla su Nocturno "En el Generalife" de su poema sinfónico "Noches en los jardines de España".
Y esta música, en su sensorial y directo impresionismo, es la que recoge, mejor que la poesía o la pintura, el deleite del silencio y de los rumores del agua y de los perfumes de la vegetación.

La palabra Generalife ha sido interpretada como jardín del paraíso, huerto o jardín del zambrero, casa de deleite, etc. La interpretación más correcta es la de "jardín del arquitecto". Conquistada la ciudad, el Generalife fue cedido por los Reyes Católicos a la familia de los Granada Venegas. El último propietario particular ha sido el marqués de Campotéjar. Y desde el año 1921 ha pasado a ser propiedad del Estado.
Paseo de los Cipreses           Autor: Propia

Atravesada una cancela de hierro, se abre un camino umbroso, bordeado por elevados cipreses. Este paseo de los cipreses se continúa con el de las adelfas, con bóveda floreada. El poeta Juan Ramón Jiménez, "cogido el corazón, como herido y convaleciente", con "la luz y el agua que forman en mi fondo los laberintos más prodigiosos (cielos bajos, delirantes generalifes)", canta así:

...Hablan las aguas y lloran
bajo las adelfas blancas;
bajo las adelfas rosas,
lloran las aguas y cantan...

Pasado el paseo de las Adelfas se llega al patio de la Acequia, que ofrece edificaciones árabes. Este celebérrimo paraje, centro y corazón del palacete, es rectangular y tiene pabellones porticados en sus lados norte y sur. En la parte oeste, una galería de dieciocho arcos, domina bellos y únicos encuadres de la Alhambra y la ciudad: Por el patio circula la famosa acequia de surtidores, rodeada por setos de mirto y de rosas, y entre cipreses y naranjos. Es el poema del agua, humilde, casta y bella...
Patio de la Acequia            Autor: Propia

De los dos pórticos, el más interesante es el del fondo norte, llamado el mirador del Generalife. Tiene cinco arcos, esbeltos y estilizados con otros tres detrás, de mármol, con capiteles de estalactitas. Son primorosas las cinco ventanitas de encima y el enrejado, o celosía de escayola. En el recuadro de los tres arcos hay una inscripción que nos proporciona datos precisos sobre la fecha de construcción (año de 1319, siendo emir de Granada el nasrí Abul Walid Ismil).
La arcada o pórtico antecede a una sala desde la que se contempla una excelente vista de Albaicín de la Alhambra y del Sacromonte.

A través del pórtico norte se pasa al patio de los cipreses, también llamado de la sultana, con una alberca en el centro. Es encantadora la distribución de los pequeños estanques, con sus cuadros de adelfas y de arrayán, y los surtidores, tan prodigados.
Patio de la Sultana                Autor: Propia

A la vera del muro hay dos viejos cipreses. En el carcomido tronco de uno de ellos (dice la tradición) el rey (acaso Muley Abul Hassan) sorprendió a la sultana, su esposa, con un caballero abencerraje, de donde se originó la matanza de éstos.
Jardines Nuevos           Autor: Propia

Escaleras de cascadas     Autor: Propia
Una escalinata de piedra nos sube a los jardines altos, que fueron en otro tiempo un olivar, y hoy, una hermosa explanada y unos jardines modernos, de los que arranca la curiosa escalera de las cascadas, descrita ya por Navagero en el siglo XVI, con pretiles huecos por los que corre el agua. La escalera conduce a un edificio moderno de varios pisos, carente de interés. Al final de esta explanada de los jardines altos está la entrada a la parte alta del pórtico sur del patio de la Acequia, que podemos contemplar ahora bajo otra perspectiva. Por una escalerilla lateral se desciende a los jardines nuevos, donde abundan las rosaledas, las pérgolas y la geometría; siempre con el poema del agua.
Estos jardines, aunque modernos, son muy granadinos y deliciosos de ver y gustar. Al final de ellos vemos un gran escenario al aire libre en el que se celebran todos los años las sesiones de "ballet" y de teatro del Festival Internacional de Música y Danza de Granada.
Fuente de los jardines bajos            Autor: Propia

Gran contraste con la feracidad el Generalife ofrece el agrio paisaje de la montaña que le sirve de abrigo. Pinos recientes y pobres olivos en una tierra ocre que no conoce el agua. Es el cerro del Sol o colina de Santa Elena.

Ruinas y bellos recuerdos se acumulan en las laderas de esta montaña. Entre otras la Silla del Moro, muy cerca del Generalife y en lugar más elevado. Se recomienda la contemplación de la Alhambra, del valle del Darro, del Generalife, del Albaicín y parte de la ciudad, desde este lugar, y a ser posible, al atardecer, pues...

¡Con qué trabajo tan grande
deja la luz a Granada!
Se enreda entre los cipreses
o se esconde bajo el agua.
(Federico García Lorca)              

PARTAL Y TORRES

El Partal                     Autor: Propia
El Partal          Autor: Propia
El Partal (en árabe, pórtico) es una serie de jardines recientes, escalonados en paratas. Por aquí están las torres que recorren toda la muralla del recinto. Citadas por su orden  son: la de las Damas, el pequeño oratorio, la de los Picos, la del Cadí (que el pueblo llama del Candil), la de la Cautiva, la de las Infantas, Cabo de la Carrera, Agua, Siete Suelos, Capitán, Bruja...hasta enlazar con la puerta de la Justicia. Algunas han sido reconstruidas, al menos en su aspecto exterior. Otras, como la de Siete Suelos, nos muestran su melancólica ruina. La torres de las Damas es un pórtico abierto, de cinco arcos, con una gran alberca que le sirve de espejo. La alberca tiene dos leones, rudos, apenas estilizados. El oratorio (o torrecilla del mihrab) es elegante y de interior algo irregular. La Torre de los Picos presenta una curiosa silueta con almenas de ladrillo rematadas en forma piramidal. Parece obra cristiana. La torre del Cadí carece de interés. En cambio, lo tienen, y mucho, las dos que siguen. La torre de la Cautiva es origen de numerosas leyendas relacionadas con Isabel de Solís, la Rumía, concubina de Muley Abul Hassan. Su interior es muy rico en elementos decorativos. La torre de las Infantas ofrece una exquisita nota de feminidad y de coquetería, con su patinillo central, el surtidor y la gracia del piso o galería superior. Estas torres reseñadas pueden y deben visitarse.

El Partal          Autor: Propia
 
El Partal          Autor: Propia
                                        

ALHAMBRA CRISTIANA

 

Iglesia de Santa María de la Alhambra          Autor: Propia

Hemos rastreado, de pasada, algunas huellas cristianas en las torres y palacios. Mas también, dentro del recinto alhambreño, hay monumentos exclusivamente occidentales. Así, los jardines de los Mártires, donde hubo un convento de carmelitas descalzaos del que fue prior San Juan de la Cruz; la iglesia de Santa María de la Alhambra,edificada sobre el solar donde estuvo la mezquita real de la Alhambra; el convento de San Francisco, levantado sobre un palacio árabe, con el interés sentimental de hacer sido sepultura transitoria de los Reyes Católicos hasta su traslado a la Capilla Real de Granada. Entre todos estos edificios cristianos destaca el...       

Convento de San Francisco        Autor: Propia



PALACIO DE CARLOS V

Palacio de Carlos V         Autor: Propia
Llamado Casa Real Nueva, fue mandado construir por el emperador con la pretensión de que emulase el de los vencidos musulmanes, y que fuese, al mismo tiempo, morada habitable. Aunque parezca paradójico, el edificio adquiere su plena justificación artística y su valor precisamente aquí, donde el contraste es más violento. Porque hemos pasado bruscamente desde el mundo frágil (sensoriales, etéreos matices de lo musulmán) al vigor de la fuerza, al triunfo de la línea y del equilibrio.

Las obras, sometidas a un largo proceso de interrupciones, habían sido iniciadas el año 1527 y dirigidas por Pedro Machuca, dicípulo de Italia de Miguel Angel. Inconcluso, el palacio ha sido modernamente acondicionado en sus salones y cubiertos los techos de la galería alta.
Interior Palacio de Carlos V              Autor: Propia

Hoy su más noble destino es el de albergar a dos museos: el nacional de Arte Hispano-Musulmán y el provincial de Bellas Artes, además de servir de escenario en los conciertos del Festival de Música y Danza.

Fachada Palacio de Carlos V          Autor: Propia
El palacio es un edificio de planta cuadrada, constituido por dos cuerpos: el primero, de estilo toscano, y el segundo con pilastras de orden jónico, con un gran patio circular y una bóveda como anillo. De sus cuatro fachadas en almohadillado (esto es, la parte del muro con sillares picados), sólo dos están terminados en su decoración: la meridional y la occidental.
La más importante es la fachada oeste, con tres puertas, frontón y cornisa, magníficos medallones (con jinetes) y bajorrelieves con trofeos, además de símbolos y figuras mitológicas.
Grandes anillos de bronce penden de cabezas de león o de águila. Las columnas dóricas de la parte baja son de piedra pudinga (roca de cantos rodados, cimentados por sustancia caliza).
El segundo cuerpo de la galería se apoya sobre columnas jónicas.

La impresión del Palacio de Carlos V (hito muy importante en el arte del Renacimiento) es de sobriedad, de solidez y de elegancia clásicas. 

martes, 29 de noviembre de 2011

LA CASA REAL

La Casa Real (interior)     Autor: Propia
La construyen varios palacios superpuestos, con una serie de patios y edificaciones en torno a ellos, que nacieron por necesidades transitorias u ornamentales. Desde el siglo XVI estos alcázares nasríes son llamados Casa Real Vieja, para distinguirlos de las construcciones cristianas: Casa Real Nueva.

La Alhambra contiene los tres departamentos usuales en un palacio musulmán: el Mexuar o Cuarto Dorado, sala de audiencias destinada al público y a la administración de justicia; el Cuarto de Comares, que muchos denominan Serrallo, residencia del rey o emir, y el Cuarto de los Leones, identificado como Harén, morada familiar e íntima de los monarcas. Estas tres dependencias se completan con otras de elevado interés.

MEXUAR
Mexuar     Autor: Propia
Una modesta calleja, una cancela, un patinillo. En el fondo, la portada del Mexuar, dependencia del palacio donde el emir, directamente o por medio de su cadí, administraba pública justicia dos días a la semana. Al entrar, la primera impresión es de desconcierto, al ver que, con los arabescos, alternan motivos cristianos: un coro de capilla, unos barandales, escudos imperiales y armas nobiliarias...
Ninguna otra sala de la Alhambra ha sufrido más modificaciones y reformas. En el centro de la sala, las cuatro columnas de mármol no sostienen ahora la cúpula primitiva, acaso cuerpo de balcones, que ha desaparecido. Obsérvese la bella decoración en estuco de las paredes.

Por los ventanales de la izquierda se ve el Jardín de Machuca, galería o pórtico de arcos festoneados, con un jardín de traza geométrica y una graciosa alberca en el centro. Esta era la primitiva entrada para los que venían del barrio de la Almanzora y del Albaicín, a través de los puentes del río Darro. Al fondo de la sala del Mexuar, un oratorio o pequeña mezquita, de carácter privado, se asoma al valle del río. Su decoración, restaurada, es muy abundante. Su mirab señala al oriente, a donde han de mirar los que oran. Lleva esta significativa inscripción: "No seas de los negligentes. Ven a orar".

Por el fondo de la sala se psa al patio del Mexuar, con columnas de extraños capiteles. Detrás del pórtico se encuentra el Cuarto Dorado, hoy completamente rehecho. El patio es pequeño y se ve clara su función de medianería y de acceso. En el centro, una taza de mármol, réplica del original que está en el jardín de Daraxa. Y enfrente, la fachada del Cuarto de Comares.

Jardín de Machuca      Autor: Propia


CUARTO DE COMARES

Era la residencia oficial del emir. Su espléndida fachada es de riqueza decorativa extraordinaria y una composición admirable. Sis dos puertas, de simétrica geometría, tienen marcos de alicatados (o azulejos), y sobre cada una de ellas, unas ventanitas dobles, tableros y frisos con gran riqueza ornamental. Y cubriendo la fachada, un gran alero, volado y de madera labrada, con una inscripción que empieza: "Mi posición es la de la corona, y mi puerta es una bifurcación de caminos. El Oriente envidia al Occidente por mi causa...".
Cuarto de Comares      Autor: Propia

Por la puerta de la izquierda, a través de un pasadizo en recodo, se entra en el patio de los Arrayanes, llamado también de la Alberca. Este impresionante patio, de planta rectangular, de la más pura línea de la arquitectura árabe, mide 37 metros de largo por cerca de 24 de ancho, y la alberca sirve de espejo donde se reflejan los pórticos y la torre de Comares. Paralelas al estanque hay dos hileras de mirto, o arrayán (de ahí el nombre). El pórtico sur, contiguo al palacio de Carlos V, está constituido por siete arcos de medio punto.

Desde allí, la torre almenada, el estanque y el pórtico opuesto, forman una conjunción cromática y sensorial que hace de todos sus elementos el triunfo del equilibrio y el albergue de la apacibilidad. "Lo demás es silencio. No hay palabras para definir este asylum pacis, el más perfecto y el más puro de todos los que he buscado y hallado". (C. Mauclair).

El pórtico norte tiene asimismo siete arcos sobre columnas con estilizados capiteles de mocárabes (estalactitas). Y en los muros, piadosas oraciones e inscripciones poéticas. Las letras de adorno en la escritura árabe de las inscripciones son, por si mismas, una decoración y un ornato. Blancas letras cursivas o cúficas que son versículos del Corán, sentencias piadosas o poemas, realizadas sobre fondos más oscuros o sobre zócalos de azulejos.

El arco apuntado, en el centro, con enjutas sobre motivos vegetales y coronado por ventanitas con celosías de yeso, da entrada a la sla de la Barca, la cual debe su nombre, o bien a la cubierta de madera, como quilla de barco, o mejor, a la palabra árabe baraka (salutación, bendición) que aparece con profusión en la epigrafía de los muros. En las jambas del arco de entrada hay unos nichos de fino mármol, revestidos por dentro de cerámica, que se destinaban para vasijas con flores o para luces de iluminación. El motivo ornamental constante en las yeserías de los muros es el escudo de los nasríes, con el lema "Sólo Dios es vencedor". Parece claro el destino de esta sala como antecámara del contiguo Salón de Embajadores, que ocupa el interior de la torre de Comares.
La torre mide 45 metros de altura y todo es obra maestra de Yusuf I. El nombre procede de la voz qamaryya (comarías) que son las vidrieras de colores que existían en las nueve alcobas o balcones del salón. Nos imaginamos el solio real en el balcón o hueco del centro, frente por frente del patio de los Arrayanes. En el majestuoso salón, la cúpula es obra maestra de la carpintería musulmana, en oscura madera de cedro; el gran friso de mocárabes y los arabescos de los muros alcanzan prodigios de estilización.
En este salín se jugaron los destinos de Granada cuando Boabdil y su gran consejo decidieron rendirse a los Reyes Católicos.

CUARTO DE LOS LEONES

Esta tercera dependencia del palacio alhambreño tiene, como las dos anteriores, un patio central rodeado de edificaciones. Es obre de Muhammad V y supone las más bellas posibilidades del arte granadí. En su conjunto se oberva aquí un sutil aire de feminidad y delicadeza, en consonancia con el destino de estos apartamentos, donde la vida privada y familiar transcurría plácida y hogareña.

El patio de los Leones se caracteriza por su profunda originalidad, y en él, Oriente y Occidente se funden armoniosos. Ha sido comparado a un bosque de 124 palmeras, la mayor parte con columnas geminadas, en torno al oasis de la fuente central con sus doce leones. Pero los gráciles templetes de triple arquería nos hacen pensar, más bien, en el claustro de un monasterio medieval. Es el triunfo del ritmo y la simetría.
Patio de los Leones     Autor: Propia
La fuente es un dodecágono de mármol que descansa sobre los lomos de los leones. El agua, tan esencial como elemento decorativo, adquiere aquí una importancia excepcional. El líquido asciende y se derrama desde la taza (que ha sido comparada con el "mar de bronce" del templo de Salomón) a la boca de los leones, desde donde se distribuye por todo el patio. Una bella qasida de Ibn Zamrak recorre los bordes de la pila.
Sala de los Mocárabes    Autor: Propia


Sala de Abencerrajes        Autor: Propia

Cuatro grandes aposentos bordean el patio. El primero, entrando desde el patio de los Arrayanes, es la sala de los Mocárabes, cuyo nombre acaso proceda de los tres arcos de mocárabes que dan entrada al patio de los Leones. Parte de la techumbre se puso en el siglo XVIII, y hoy resulta, salvados los muros primitivos, un epgote y una incongruencia. Al sur se halla la sala de Abencerrajes, famosa por la leyenda. Su puerta, con decoración de lazo, es la original. La luz penetra en la sala a través de dieciséis graciosas ventanitas caladas, abiertas en la bellísima cúpula estrellada. La luz es suave y vertical. La sala, cuadrada, tiene dos alcobas a uno y otro lado. En el centro la famosa pila donde, según la tradición, fueron degollados los caballeros del ilustre linaje de los Abencerrajes. Alguien, con la fuerza  poderosa de la credulidad, pretende convencernos de que aún se conservan las manchas de sangre.  


Al este del patio se encuentra la sala de los Reyes, llamada también de la Justicia; curiosa y extraña, semeja una escenografía teatral, dividida en tres secciones que corresponden a tres bellos pórticos, separadas por arcos dobles de mocárabes, a base de rombos calados. El nombre de la sala procede de la pintura que hay en la bóveda o hueco central, que representa, al parecer, a diez reyes nasríes.
Estas pinturas, así como las de la otras dos alcobas contiguas han sido realizadas con arreglo a una técnica miniada de iluminación. Representan escenas fantásticas y convencionales.
Muy discutidas y estudiadas por los expertos, es evidente la influencia cristiana en este rincón del alcázar árabe.


Sala de las Dos Hermanas      Autor: Propia

Al norte del patio de los Leones está la sala de las Dos Hermanas, cuyo nombre se debe a las dos grandes losas de mármol del pavimento, que ciñen pila y surtidor del centro. Admirable es la cúpula de mocárabes y el cuerpo de luces de esta sala: riqueza, luminosidad, encanto. La decoración es a base de alicatados (zócalos de cerámica) y de atauriques. Una qasida de Ibn Zamrak, el poeta que ilustró los muros de la Alhambra, recorre en toda su extensión el zócalo de azulejos.
La sala contigua es la de los Ajimeces, con dos balcones con vistas al jardín de Daraxa.

Mirador de Daraxa      Autor: Propia
Entre ambos balcones se halla el Mirador de Daraxa, tocador y alcoba de la sultana. Es una estancia deliciosa en esta dependencia recoleta del palacio, a manera de ventana o mirador (la voz popular dice Lindaraja, deformación de Daraxa, que significa "casa de la sultana"). "Y manda el corcel de su mirada hacie ese paisaje donde juguetea la brisa", dice una inscripción; pues antaño, antes de construirse las habitaciones que hay enfrente, después de la reconquista, desde aquí se veían las perspectivas de Albaicón y de las montañas vecinas.
Extraordinario es el zócalo de azulejos, acaso el más complejo, rítmico y sutil de toda la Alhambra, y desde luego el de piezas más diminutas. Las ventanas son bajas porque así lo requiere la costumbre musulmana de reclinarse en el suelo sobre cojines y otomanas.

A través de una sala desnuda, contigua a la de Dos Hermanas, se pasa a otras dependencias del palacio. Una serie de habitaciones desmanteladas (Habitaciones del Emperador) están situadas sobre el jardín de Daraxa.
Tres de ellas fueron ocupadas por Washington Irving, y en ellas escribió sus leyendas de la Alhambra. La sala da acceso al Peinador de la Reina, llamado también el tocador. Una galería abierta y una airosa torrecilla, otrora destinada para residencia de la emperatriz Isabel, y más tarde de Isabel de Parma, esposa de Felipe V. Es un mirador que descubre panoramas de excepción. Unas pinturas al fresco, restauradas, nos decriben aspectos varios de la expedición de Carlos V a la Goleta.

Patio de los Cipreses      Autor: Propia
Pasando por el patio de los Cipreses, extraño y original, se penetra en los Baños Reales. Sabida es la importancia que adquiere el baño entre los musulmanes, y el carácter ceremonial y hasta sagrado que tiene.







Baños Reales      Autor: todocoleccion.net
Estos de la Alhambra son muy complejos y responden en su estructura al baño romano. La primero sala a la que llegamos es la del reposo o de las Camas, lugar de descanso y final de un baño que se iniciara en los otros departamentos: en la sala de inmersión, con pilas de mármol para agua fría y caliente y perfumadas, para seguir en la soala de exudación (el conocido baño turco) y terminar en la del reposo.
Esta última sala, restaurada, es encantadora, con sus cuatro columnas de mármol y sus alicatados y los tres arcos gemelos de los lados. El piso superior tiene cuatro galerias desde donde, según la fantasía popular, los musicos ciegos interpretaban sensuales melodías...

Junto a los Baños está el jardín de Daraxa, o Lindajara; jardín, no musulmán, sino cristian, de aspecto romántico. Una fuente árabe, original, lleva inscrito en su borde un poema de exaltación. A un lado de este jardín están los subterráneos y la sala de los secretos, encanto de chiquillos e ingenuos, por sus peculiares características de resonancia.


ALCAZABA

Alcazaba      Autor: Propia
Del árabe al-qasba: fortaleza. Es la parte más antigua de la Alhambra, reconstruida  sobre las ruinas de un castillo en el siglo IX. Las torres más sólidas son la del Homenaje, situada al sur, y la Quebrada, en el ángulo nordeste. La más rica en su interior, la de las Armas. A todas vence en popularidad e interés histórico, la torre de la Vela.

Alcazaba     Autor: Propia
A la entrada de la Alcazaba está el delicioso jardín de los Adarves, llamado también de los poetas. Desde sus pretiles, en panorama abierto, nos sentimos atraídos por las torres de la colina de enfrente. Son torres Bermejas, el "castillo de gran valía" del famoso romance fronterizo. Su nombre, embrujado, nos llega a través de la música de Albéniz o de Joaquín Rodrigo.
Jardines de los Adarves     Autor: alhambra.es

La torre de la Vela, cuya campana tocan con festiva inquietud las mozas de la ciudad, en señalados días, para eludir la soltería, es la más alta del recinto amurallado. El panorama que desde ella se divisa se amplía hasta horizontes insospechados. Su silueta es todo un símbolo para los granadinos.
Torre de la Vela     Autor: Propia


lunes, 28 de noviembre de 2011

PUERTA DE LA JUSTICIA

Puerta de la Justicia     Autor: Propia
Llamada  también de la ley y judiciaria. La torre de la puerta es maciza, y sorprende la austeridad de su mole, que nos declara su finalidad castranse. "Torre almenada, teñida de naranja y oro sobre un fondo de cielo oscuro" (T.Gautier). La entrada de la puerta la forman dos amplios arcos de herradura. En el exterior hay grabada una mano abierta, sin duda un talismán; acaso los dedos abiertos representen los cinco preceptos de la ley coránica.

El arco segundo,más pequeño, lleva grabada en su dintel una llave, seguramente un símbolo de poder. Más arriba, una inscripción nos dice que la puerta fue construida por Yusuf I en 1348. Y sobre la inscripción, una imagen de la Virgen y el Niño, de un gótico tardío, copia del original que hay en el Museo de Bellas Artes. Entrados en la puerta, un pasillo en recodo termina en un pequeño retablo, cerrado. A su lado, una lápida, en complicados caracteres góticos, habla de la conquista de la ciudad y del nombramiento del conde de Tendilla como alcaide y capitán. Al salir del recinto de la puerta debe observarse la fachada trasera. Es de ladrillo, pero son muy interesantes los restos de azulejos primitivos, de arcilla esmaltada y decoración.

Sigue un callejón que ofrece una curiosa muralla a la izquierda, formada con lápidas funerarias musulmanas. La calleja desemboca en la plaza de los aljibes, hermanosa y amplia, con variedad de tentaciones: una puerta árabe ante nosotros, un palacio renacentista a la derecha, un panorama de excepción al frente, unas torres elevadas a nuestra izquierda...

Plaza de los Aljibes     Autor: Propia
En la entrada misma de la explanada de halla la Puerta del Vino, la misma que inspirara a Debussy, el hombre que escribió música de España sin haberla visitado. "Lo que el músico ha querido evocar en la "Puerta del Vino" es la hora calma y luminosa de la siesta en Granada", dice Manuel de Falla. La puerta presenta una doble fachada de arcos de herradura. La fachada de poniente tiene una graciosa ventanita geminada. Encima de la portada corre un friso, y en la dovela central aparece, de nuevo, la llave mágica o talismán, indicadora de que esta puerta, ahora aislada, comunicaría antaño con la medina o ciudad. La fachada posterior, o de levante, es muy rica en esmaltes pintados y vidriados.
   
Puerta del Vino     Autor: Propia
Por la parte oeste de la plaza de los Aljibes se entra a la Alcazaba...

PLANO GENERAL DE LA ALHAMBRA Y EL GENERALIFE

Partiendo de Plaza Nueva, la cuesta de Gomérez termina en la Puerta de las Granadas, recia y sencilla construcción renacentista que da acceso al bosque de la Alhambra, de los siglos XVIII y XIX.


Puerta de las Granadas   Autor: Desconocido
Traspasada la puerta de las Granadas, se ofrecen tres caminos. El de la derecha lleva a la colina del Mauror, donde están las torres Bermejas. El del centro conduce, a través del bosque, al Generalife. Siguiendo el de la izquierda, una empinada cuesta desemboca en el Pilar de Carlos V, un bello monumento renacentista que ostenta el escudo y los emblemas del emperador Carlos. Los tres mascarones representan, al parecer, los tres ríos de Granada (Genil, Darro y Beiro).
Los erosionados medallones del muro apenas dejan adivinar temas mitológicos. Detrás del pilar está la Puerta de la Justicia.

INTRODUCCIÓN

La sola mención de la Alhambra evoca, para muchos, el hechizo de un pasado histórico, cuajado de vida, y el encanto de unas leyendas orientales que hieren la imaginación con esta voz mágica. Como decía Angel Gavinet "todavía hay quien, al visitar la Alhambra, cree sentir los halagos y arrullos de la senualidad, y no siente la profunda tristeza que emana de un palacio desierto, abandonado de sus moradores, aprisionado en los hilos impalpables que teje el espíritu de la destrucción, esa araña invisible cuyas patas son sueños".

La Alhambra de Granada es un conjunto monumental único, en el que se conjugan una serie de excepcionales circunstancias. Una de ellas, su topografía. Alzada sobre la colina de la Sabica, desde ella se domina toda la ciudad, contemplada y cortejada como una esposa. Así la veía el poeta árabe Ibn Zamrak en el siglo XIV:

Detente en la explanada de la Sabika y mira a tu alrededor.
La ciudad es una dama cuyo marido es el monte.
Está ceñida por el cinturón del río,
y las flores sonríen como alhajas en su garganta...
La Sabika es una corona sobre la frente de Granada,
en la que querrían incrustrarse los astros.
Y la Alhambra-¡Dios vele por ella!-
es un rubí en lo alto de esa corona.

Esta situación de elevado monte facilita la contemplación, desde cualquier mirador o ventana, adarve o arco, de paisajes y panoramas únicos, que son luz, sonidos y armonía.

El nombre Alhambra procede de una voz árabe que significa "roja" debido, acaso, al color ferruginoso de las torres y de las murallas que rodean toda la colina de la Sabica, "que con las estrellas es de plata, pero con el sol se trasmuta en oro", dice un poeta árabe.
Mas nosotros evocamos, porque mucho nos place, la poética versión de los cronistas musulmanes que hablan de la construcción de la alcazaba alhambreña "a la luz de las antorchas", cuyos reflejos dieron a los muros su peculiar coloración.

Nacida originariamente con finalidad castrense defensiva, la Alhambra fue, al mismo tiempo, una alcazaba (fortaleza), un alcázar (palacio) y una pequeña medina (ciudad). Este triple carácter nos explica muchas peculiaridades del monumento. Como tampoco nos debe resultar extraño el curioso maridaje, urdido por la misma historia, entre el arte musulmán, tan delicado y frágil aquí, con "materiales pobres convertidos en materia de arte" (Gómez Moreno), y el arte cristiano, robusto y pleno de equilibrio renaciente.

No hay noticias de la Alhambra como residencia de reyes hasta el siglo XIII, si bien la alcazaba existía desde el siglo IX. Los primeros reyes granadinos, que fueron los ziríes, tuvieron sus castillos y palacios en la colinadel Albaicín, y nada queda de ellos, salvo el recuerdo. Serán los emires nasríes los que, a partir de 1238, edifiquen la Alhambra. El fundador de la dinastía, Muhammad Al-Ahmar, inició la restauración de la vieja alcazaba, que completaría su hijo Muhammad II. Este emir y sus inmediatos sucesores prosiguieron las obras. La construcción de los palacios (la llamada Casa Real Vieja) se realiza en el siglo XIV y es obra de dos grandes reyes: Yusuf I y Muhammad V. Del primero son, entre otros, el Cuarto de Comares, la puerta de la Justicia, los Baños y algunas torres; su hijo, Muhammad V acabó de embellecer los palacios con la construcción del Cuarto de los Leones, además de otros aposentos y defensas.

La Alhambra es corte cristiana desde 1492, en que los Reyes Católicos conquistaron la ciudad de Granada. Posteriormente se levantaron varias edificaciones para personalidades civiles y para la guarnición, además de una iglesia y un convento de franciscanos. El emperador Carlos, que habitó en Granada varios meses, comenzó la construcción del palacio que lleva su nombre e hizo algunas reformas en las dependencias interiores. Estas medidas han sido motuvo de inacabables polémicas, en las que, a menudo, la censuta se nutre de consideraciones políticas. Los demás reyes Austrias no olvidan el monumento y dejan en él una huella leve y discreta.

En cambio, durante el siglo XVIII y parte del XIX, la Alhambra, abandonada, ve sus salones convertidos en estercoleros y tabernas, y ocupados por ladrones y mendigos. "Así como los murciélagos profanan los castillos abandonados, la realidad del crimen y la mendicidad hispánica desencantan la ilusión de este palacio de hadas de los moros", dice el agresivo Richard Ford. Para colmo, las tropas de Napoleón, dueñas de Granada desde 1808 a 1812, convierten los palacios en cuarteles y, en la retirada, un 17 de septiembre, minan las torres y vuelan parte de las mismas. Dos de ellas, la de Siete Suelos y la del Agua quedaron en ruinas.

Y así prosiguió el abandono increíble, hasta el año 1870 en el que la Alhambra fue declarada monumento nacional. Viajeros y artistas románticos de todos los países habían clamado contra quienes menospreciaban el más bello de sus monumentos. Desde aquella fecha y hasta nuestros días, la Alhambra, protegida, restaurada, mimada, e incluso embellecida, se ha conservado para deleite y admiración de todos.